Muchas de nosotras después de una relación con un narcisista o psicópata o hasta después de una relación con un neurotipico, hemos sido catalogadas como personas inestables, manipuladoras, histéricas pero sobretodo, LOCAS. Esto no sería preocupante sino es porque muchas víctimas de violaciones, abuso físico, emocional o psicológico, descubrimos que cuando hablamos y denunciamos delitos en nuestra contra, muchos reaccionan deseando que nos callemos o desaparezcamos o nos diagnostican con falsas enfermedades mentales.
La mayoría de los abusadores atacan a alguien que conocen, lo que significa que responsabilizarlos significa destrozar a cualquier comunidad (escuela, trabajo, grupo de amigos) a la que pertenece el acusado y el acusador. A menudo, parece más fácil presionar al acusador para que desestime sus denuncias. Así todo puede volver a la normalidad, aunque eso a menudo requiere ignorar que hay un agresor en la comunidad.
A esta arma inquietantemente potente se le llama estereotipos misóginos. Al apoyarse en las creencias prejuiciosas de que las mujeres, especialmente las mujeres abiertas y que deciden hablar o denunciar algún tipo de abuso, mentimos o estamos locas, entonces para la sociedad, resulta sencillo desestimar nuestros argumentos.
Etiquetar a las mujeres como locas o mentirosas o ambas es una táctica de larga data de muchos hombres con características machistas o misóginas, que se alimentan de las falsas creencias sociales de que las mujeres son menos estables mentalmente o más directas que los hombres.
La noción de que las mujeres son mentirosas locas está tan arraigada en nuestra sociedad que a menudo es difícil verlo como algo más que una anécdota cotidiana. Pero es la mejor manera de desechar a cualquier mujer que hable o se resista a un orden social dominado por los hombres o a las costumbres sociales imperantes. El porcentaje de mujeres que han sido calificadas de "locas" durante una disputa doméstica con un hombre probablemente ronda el 99,9%. (“Felicitaciones” a los hombres, la mayoría de los cuales admite haber hecho esto en el pasado, y que han utilizado esta nefasta estrategia para ganar una discusión o desacreditar a una mujer simplemente "diagnosticando" a su pareja u otra mujer como una persona loca). Las feministas siempre se han enfrentado a acusaciones de que su activismo está enraizado en la locura de las mujeres, desde los días del sufragio hasta la actualidad. Las ambiciones y la franqueza de las mujeres son recompensadas con frecuencia con los "diagnósticos" de enfermedades mentales.
Desde la teoría del "útero errante" de Platón, que postula que el útero de una mujer enojada deambula por el cuerpo, causando una serie de problemas de salud, a la idea de que tener muy pocos orgasmos llevan a la histeria, aunque esta última no sea vista ya como trastorno, la herencia de la histeria convive con nosotras. Habitualmente se emplea para referirse a personas que están muy alteradas o llegan a ser irracionales. Y para qué engañarnos: suele usarse sobre todo de manera despectiva hacia las mujeres. El campo de la salud no siempre ha sido muy amable con nosotras. Hoy en día, muchas mujeres toman medicamentos para problemas de salud mental, ¿Se debe a que las mujeres simplemente somos más propensas a buscar ayuda psicológica y emocional y a buscarla antes? ¿O porque los médicos prescriben medicamentos en exceso a las mujeres? ¿O tal vez porque, las mujeres somos más vulnerables a ser víctimas de violación, abuso emocional, físico y psicológico y la depresión y el estrés postraumático es a menudo consecuencia de esto? No está claro.
Los hombres también sufren problemas de salud mental, aunque de diferentes maneras. Lanzar el falso diagnostico de "locura" como si no connotara inestabilidad mental real solo ayuda a estigmatizar a todos los que padecen problemas de salud mental reales.
Bajo estas circunstancias, no es de extrañar que llamar locas o mentirosas a las mujeres es una forma hasta naturalizada, en que las sociedades desestiman los cargos de abuso o maltrato con los que no quieren lidiar. El estigma de ser etiquetada con "trastorno de personalidad" o "enfermedad mental", incluso si no tienes uno, se puede usar contra nosotras en casos de custodia de los hijos, denuncias varias y dificultarnos la atención médica.
Pero este problema también es un microcosmos de una enfermedad social más grande, que es nuestra tendencia a apoyarnos en los estereotipos de mujeres "locas" o "mentirosas" cuando hablan o denuncian injusticias. Hemos llegado lejos, como sociedad, en cuestiones de género, pero aún vivimos en un mundo donde una mujer puede ser abusada, violada y hasta golpeada, pero al final le dicen que es una loca y a nadie le interesa saber más, de la clave sería mejor preguntarse sobre el estado mental de los hombres que harían tales cosas. Esto debe cambiar, y todos podemos ayudar resistiendo la tentación de llamar a cualquier mujer con la palabra "loca".
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